21 mar 2006

el otoño empuja



Es marzo y vengo con la conciencia florecida. Es la primera vez que un comienzo se percibe tan alentador, tan vacío. Pero es un vacío con magia, un vacío que implica posibilidades, como una hoja en blanco o un reloj que ya no funciona.

Los días pasan como aviones. Frenesí, nube de colores y formas que se desdibujan constantemente para recomponerse de nuevo. Y me estoy entendiendo.. o queriendo entender, que es tan bueno y hasta mejor. Queriendo entenderme, encontrarme, emprenderme.

Hoy esas semanas enteras escuchando a alguien cantar sobre la ausencia, vendrá la muerte y tendrá tus ojos, se ven tan lejanas. Sé que no puedo arrepentirme de mi melancolía, la protejo bajo llave. Fue una temporada más bien oscura. Un autismo carente de universos privados. Un verdadero vacío. Pero un vacío sin magia, un vacío que no implicaba nada. Solo ahora puedo ver, y de a poco, que esas amarguras son a veces necesarias. Solo con tales peleas, auténticas batallas, es posible hacer verdadera paz.

Es difícil igual. Cuesta creer que sea real. Aunque lo sienta tan tangible, no pierdo el temor o el augurio de que algún día los residuos insepultos vuelvan. Siempre hay residuos insepultos. ''Fantasmas en los libros, sombras, fantasmas que atraviesan los libros y las sombras''. Pero hoy el otoño empuja, y resistirse es insensato. Hoy todo cabe en la palma de una mano, de la mía por ejemplo. Y cuando digo todo quiero decir TODO: las que fuí, las que soy, las que seré.

Es marzo y vengo con la utopía recuperada. El viento barrió todo, el aire hecho muro, las culpas (mis culpas), la esperanza pisoteada. El camino nunca dejó de pasar bajo mis pies, y hoy vuelvo a dormir con los pies en la cabecera, pero en paz. Esto recién empieza. Y no hay por qué pintar dentro de las líneas. Defiéndanme la alegría, por favor, que dure.